Diciembre 9, 2020

Las últimas medidas tomadas por la Reserva Federal, en términos de prometer tanta liquidez como las instituciones financieras quieran y tanta flexibilización cuantitativa como sea necesaria, sumado a la contundente respuesta fiscal en EEUU (y alrededor del mundo), han contribuido a estabilizar los mercados.

Si es que todas las medidas tomadas hasta ahora serán suficientes, sólo lo sabemos dependiendo de qué tan rápido logre controlarse la pandemia. En principio, las medidas tanto monetarias como fiscales, deberían dar tiempo (en torno a 6 semanas) para ir evaluando los avances sanitarios. Si la paralización de la economía mundial comienza a extenderse por un periodo mayor al estimado, se requerirían esfuerzos adicionales y probablemente justifiquen también menores precios de los activos.

Para 2020 como un todo, se espera que el PIB real mundial pueda contraerse hasta un 2,5%, acercándose a los niveles de caída de la crisis financiera.

Texto Destacado Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Aenean commodo ligula eget dolor. Aenean massa. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Donec quam felis, ultricies nec

Pellentesque eu, pretium quis, sem. Nulla consequat massa

Los mayores impactos los hemos comenzado a ver en el sector servicios (PMIs de marzo), dadas las cuarentenas masivas y el deterioro del mercado laboral. Esto podría traducirse en una recesión más profunda que la crisis financiera, por lo menos en términos de magnitud de la contracción, y una recuperación probablemente más lenta de la actividad una vez que la pandemia este más controlada.

En este contexto, es esperable que las utilidades corporativas se contraigan fuertemente este año. Así, para el caso de EEUU, la caída esperada del PIB mundial para este año sería consistente con una caída de las utilidades entre 25% y 35%, en el S&P 500.

Tenemos una visión constructiva respecto al desarrollo de la pandemia, aunque es muy prematuro todavía sacar conclusiones más definitivas, esto porque lo que potencialmente enfrentaremos en las próximas semanas es un delicado equilibrio entre la respuesta sanitaria de la pandemia y las estrategias que se tomen para la reincorporación gradual de las economías.

En términos de activos, creemos que la recuperación de más de 20% en la renta variable (S&P 500) en las últimas 2 semanas, es una oportunidad para reevaluar el riesgo, en un contexto económico y corporativo aún incierto, en los que los mínimos en la zona de 2.200 puntos podrían volver a ser testeados. En nuestro escenario base, fijamos un target para el S&P 500 de 2.700 puntos, por lo que el espacio para alzas adicionales es limitado.

En renta fija corporativa, preferimos el crédito de alta calidad. Si bien la volatilidad sigue siendo elevada y persiste cierta incertidumbre respecto a los alcances de la pandemia sobre la economía, ahora que los mercados de mayor rating crediticio se han convertido en herramientas de política monetaria, creemos que sus spreads probablemente alcanzaron un punto máximo relevante.

En renta variable local, fijamos un target IPSA de 4.100 puntos, un escenario alcista en 4.800 puntos y un escenario bajista de 3.360 puntos. Hoy estamos privilegiando un enfoque conservador para la selección de acciones, sobre ponderando compañías que puedan navegar de mejor manera en un escenario de recesión y de paralizaciones de la actividad a consecuencia de la respuesta sanitaria de la pandemia de COVID – 19, con generación de flujos más estables, niveles razonables de apalancamiento y altos niveles de caja.

En RFL, recomendamos una cartera en bonos bancarios y corporativos de clasificación superior a A+ y duración objetivo de 3 años, mayoritariamente en UF