Café Doble
Septiembre 2, 2022 - 2 min

El último

Si en algún momento nos llamó la atención lo resiliente de algunos sectores de la economía, ahora nos sorprende lo rápido que han empeorado.

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El Banco Central nos informó que la economía creció 1,0% en julio respecto al mismo periodo del año pasado, lo que estuvo dentro de las expectativas. Esta variación se convierte en la menor desde febrero de 2021 y, con una alta probabilidad, sea el último dato de crecimiento positivo que veremos en este ciclo. Lo anterior tiene varias causas, las cuales intentaré explicar en las siguientes líneas.

En primer lugar, no es sorpresa para nadie (o por lo menos, no debería) que la actividad se encuentra en un proceso de desaceleración importante, transversal a todos los sectores. Esto se evidencia notoriamente cuando analizamos la variación respecto al mes anterior, eliminando los efectos estacionales. Esta serie cayó 1,1%, y aunque no es la primera disminución que vemos, es la más alta desde mayo de 2020, época en que vivimos uno de los momentos más álgidos de las medidas de confinamiento producto de la pandemia. Menciono esto para que, aquellos no familiarizados con los órdenes de magnitud de estas variaciones, sean capaces de magnificar lo relevante de estos resultados. Si en algún momento nos llamó la atención lo resiliente de algunos sectores de la economía, ahora nos sorprende lo rápido que han empeorado.

Lo anterior nos lleva a nuestro segundo punto, los sectores. Comercio y Servicios, aquellos que explicaron gran parte del boom y sobrecalentamiento de nuestra economía en 2021, lideran las incidencias negativas en el análisis desestacionalizado. Aunque interanualmente pareciera que Servicios aún vive un momentum positivo, la verdad es que aquello sólo se explica por la (aún) baja base de comparación, lo que ya experimenta sus últimos días. O meses. Lo anterior nos parece extremadamente relevante, porque el resto de los sectores no vivió una expansión de esta magnitud en lo reciente, y los fundamentales no parecieran pronosticar que aquello cambiará en lo venidero. De esta forma, la actividad se queda sin motores de crecimiento.

Finalmente, probablemente el menos atractivo, es algo que mencioné sobre Servicios, pero que para el resto de los sectores ya es una realidad. La comparación se vuelve extremadamente exigente y eso incidirá en las variaciones interanuales de los próximos meses. Es así como, con bajas (aunque nunca cero) probabilidades de error, pronosticamos que julio habría sido la última cifra de crecimiento positivo y que, desde agosto, nos acompañarán caídas interanuales cuando el Banco Central publique las cifras del Imacec. Este efecto no sólo impactará agosto, o septiembre, si no posiblemente hasta el tercer trimestre del próximo año.

Sin duda que el escenario enfrenta una incertidumbre importante, no sólo por factores locales, sino también por aquellos externos, especialmente los derivados del proceso de desaceleración que también experimentan los países desarrollados y los incrementos de tasa que llevan adelante para combatir la inflación. Sin embargo, aquello no creemos genere escenarios dicotómicos para los datos del PIB que conoceremos en el futuro, o por lo menos no hasta bien entrado el próximo año. Como dijo Friedman, no hay almuerzos gratis, y vaya que nos está saliendo cara la cuenta de este.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa