Café Doble
Agosto 4, 2022 - 2 min

La pregunta de moda

Lo primero que tenemos que entender, es que la economía chilena se encuentra en un franco proceso de desaceleración, el que no comenzó este mes, sino aproximadamente desde fines del año pasado.

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Durante la semana, repetitivamente me han realizado la misma pregunta, una y otra vez: “Nathan, ¿estamos en recesión?”. Lo anterior, producto de la publicación del Imacec de junio, el que evidenció un -todavía- avance de 3,7% a/a, lo que se encontró algo sobre nuestras expectativas, pero por debajo de lo que esperaba el mercado. Quizás usted piensa que la pregunta no tiene mucho sentido, mal que mal la variación continúa siendo positiva, pero hay ciertas aristas que podrían darle algo de sustento a la inquietud.

Creo que lo primero que tenemos que entender, es que la economía chilena se encuentra en un franco proceso de desaceleración, el que no comenzó este mes, sino aproximadamente desde fines del año pasado. 

Es cierto que las tasas de crecimiento, en ese entonces, eran de una magnitud considerable, pero bastante sustentadas en bajísimas bases de comparación, lo que de a poco ha empezado a ser menos cierto. Así, sin un empeoramiento demasiado drástico, hemos pasado de ver aumentos del Imacec superiores al 9,0% a/a al recientemente informado por debajo de 4,0%. Yendo un poco más allá, es muy probable que la cifra de julio pueda ser la última positiva de este ciclo, evidenciando desde agosto, y con bastante más seguridad en septiembre, caídas interanuales, las que se mantendrían hasta fin de año.

En segundo lugar, a pesar de que la economía habría evitado caer en una recesión técnica durante el segundo trimestre (sujeto, en todo caso, a posibles revisiones de las series una vez publicadas las Cuentas Nacionales del periodo), no cumplir con una condición estadística no debería nublarnos de la evaluación económica que hay detrás. No haber tenido dos trimestres consecutivos de caídas en el margen no significa que está todo bien, mientras que lo contrario no habría significado que está todo mal. La realidad es más compleja que aquello. La inversión ha mostrado una importante desaceleración, con un consumo que, si bien aún sigue más resiliente, se dirige a algo similar una vez agotadas las fuentes de financiamiento del boom de 2021, sumado a un mercado laboral que ha dejado de crear empleos y que paga remuneraciones que aumentan menos que el costo de la vida.

Finalmente, y sin contradecir mi punto anterior, si evaluamos a la economía nacional quitando su componente minero (componente importante, pero bastante más volátil que el resto de los sectores), sí se habría cumplido el requisito para denominarnos en una recesión técnica. No pensamos que ésta tendría la profundidad de la que vimos luego del (i) estallido social y (ii) el periodo más crítico de la pandemia, pero sería lo suficientemente importante como para tirarnos un cable a tierra y darnos cuenta de cuáles son nuestras reales capacidades para crecer en el mediano y largo plazo. Menciono esto porque en 2023 las cosas no serían mucho mejores, las tasas de crecimiento serían mediocres a lo más y lo más probable es que terminemos con números rojos. Por lo tanto, no estamos en una recesión, pero probablemente lo vayamos a estar y, luego de esto, nos recuperaremos muy lento.

 

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa