Café Doble
Febrero 25, 2022 - 2 min

No es momento de tasas

Esperemos que la diplomacia y negociaciones se vuelvan a imponer

Comparte

Después de haber creído que las tratativas diplomáticas estaban dando resultado y que las tropas se retiraban, a comienzo de semana vimos como comenzaba una ofensiva total de Rusia a territorio ucraniano que, al momento de escribir estas líneas, se encontraba a punto de perder el control de su capital, Kiev. Siendo sincero, tengo poca idea de hasta donde podría escalar esto, las razones reales del conflicto (las reales, no las declaradas) y como podría ser un eventual desenlace. Le dejo eso a la gente que sabe más, especialmente aquellos que tienen un entendimiento histórico de los conflictos con una mirada distinta a la que tenemos en occidente. Pero eso no significa que no podamos, sabiendo lo que sabemos hasta el momento, configurar algunos cambios en el ámbito macroeconómico para el corto y mediano plazo respecto al escenario base para 2022.

En primer lugar, es clave considerar este episodio como un shock de oferta. Aquello es vital a la hora de proyectar posibles movimientos de estabilización de, por ejemplo, los Bancos Centrales. En segundo lugar, que lejos de ayudar a solucionar alguno de los principales problemas emanados de la pandemia, esta situación sólo los empeoraría: cadenas de suministros, presiones sobre los precios de alimentos, alza de los precios de la energía, etc. En tercer lugar, el aumento de la volatilidad ha impactado y seguirá impactando los mercados, lo que podría ser más complejo para los ya complicados emergentes.

Sin querer minimizar el drama que cualquier guerra provoca en las personas (que es la preocupación número uno de este economista), creo que esta invasión dificulta aún más las decisiones que los encargados de la política monetaria deberían tomar durante los próximos meses. Por un lado, ahora tendrán más razones para subir las tasas, en un contexto claramente más inflacionario, pero por otro, los efectos en la actividad (más claros en Europa, menos en EE.UU.) podrían retrasar la tan esperada normalización. Lamentablemente, la extensión del conflicto, las sanciones aplicadas y la capacidad de sustituir algunas de las exportaciones rusas, serán vitales para saber qué tan extensa debería ser esta pausa en el proceso de ajuste de tasas.

En el plano local, el mayor riesgo se relaciona con la mayor persistencia de un petróleo sobre US$100 (o incluso más), pero también de precios de alimentos que podrían seguir subiendo. Algo de esto se podría compensar con alzas en la cotización del cobre y otros commodities que exportamos, pero el balance se inclina a lo negativo. Sin embargo, y volviendo a lo que mencioné al comienzo del segundo párrafo, es poco lo que el Central puede hacer ante un shock puro de oferta. Si pensamos en alzas adicionales de TPM a las que ya tenemos proyectadas, creo se deben sólo considerar en el caso de desanclajes más persistentes de las expectativas de inflación y no en datos de IPC que pudieran ser más altos a lo estimado, especialmente si provienen desde los combustibles o alimentos.

Es momento de ser cauteloso y no tomar decisiones apresuradas, lo que no significa que haya que ser pasivo. Esperemos que la diplomacia y negociaciones se vuelvan a imponer y esta invasión tenga una duración acotada. Desde el fin del mundo, por ahora, nos toca ser espectadores.

 

Nathan Pincheira 

Economista Jefe de Fynsa