Café doble
Septiembre 30, 2022 - 3 min

Volver donde fuimos felices

Vemos bastante probable que no volvamos a tener la misma cantidad de personas trabajando que teníamos previo al estallido social/pandemia.

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Durante estos días, he estado con una nostalgia brutal. Para aquellos de ustedes que no están familiarizados, en octubre se celebran los campeonatos del mundo de Ironman, la franquicia organizadora de competencias de triatlón más importante del globo, tanto en su distancia completa (un Ironman real) como en la media distancia (conocidos como 70.3, por las millas totales a recorrer). 

Chile, desde ya hace varios años, alberga una edición estable de estas competencias, el famoso Ironman 70.3 de Pucón, y una que no sabemos si se vuelva a hacer, en Coquimbo. 

Bueno, resulta que el campeonato mundial de distancia completa se realizará la próxima semana, en Kona, Hawaii, y gracias a las redes sociales, he estado siendo bombardeado de fotos por parte de los profesionales y los amateurs (incluida Gabi, de nuestro equipo) de esta maravillosa isla que tuve el privilegio de visitar (y competir en el 70.3) hace unos meses.

Yo sé que muchas veces se preguntan por qué hago introducciones tan raras y que poco tienen que ver con economía. Bueno, resulta que la economía es más que simplemente “plata” y en realidad estudia todas las decisiones humanas que tomamos. Básicamente, piensen en alguna decisión que hayan tenido que tomar en las que no enfrentaron una serie de elecciones, disponiendo de recursos limitados (el tiempo también es un recurso). Los espero sentado. Claro, resulta que muchas de esas decisiones están basadas en qué hacer con el dinero, pero no son todas, y diría que no necesariamente son la mayoría.

Con esto en mente, comenté, a modo de broma, que, si veía una foto más de los profesionales entrenando en Kona, haría una locura/tontera/irresponsabilidad. Carolina, mi señora, saltó inmediatamente y puso la nota de cordura, la que no lo fue tanto cuando le dije que obviamente esa locura la consideraba a ella. Pero bueno, si no era su consejo, rápidamente fue cosa de mirar la página del banco para volver a la realidad y conformarse con disfrutar en tercera persona las maravillas que Kailua, Waikoloa y Hawi tienen para entregar. Y es que, como la gran mayoría de quienes vivimos en Chile, los ingresos familiares provienen exclusivamente de nuestro trabajo.

Es por esto que el mercado laboral se estudia con tanto detenimiento y detalle. El comportamiento de este no sólo significa ver números, sino al bienestar que cada familiar puede acceder debido a sus dinámicas. Claro, quizás yo pienso frívolamente en regresar a Hawaii, otros en mejorar alguna habitación de su casa, algunos en pagar la educación de sus hijos y una parte importante en llegar a fin de mes. O en todas las anteriores. El salario, las horas trabajadas, la posibilidad de migrar a uno con mejores condiciones, la posibilidad de acceder a uno, las condiciones necesarias para siquiera pensar en salir a buscar un puesto, etc., son vitales para que todas esas necesidades de las familias se puedan resolver.

De esta manera, las cifras recientes de empleo no son algo que nos alegre. Más allá que la cifra del trimestre móvil terminado en agosto no marcó un aumento en la tasa de desempleo (7,9%), ésta se ha mantenido alta respecto a su historia y ya no muestra la creación de puestos de trabajo que vimos hace algunos meses. De hecho, vemos bastante probable que no volvamos a tener la misma cantidad de personas trabajando o siquiera participando del mercado laboral que teníamos previo al estallido social/pandemia debido a cambios estructurales que se han producido en la economía, fenómeno no sólo presente en Chile, sino a nivel global. 

Por eso, el desafío es doble: por una parte, hay que tratar de que, con las actuales competencias de la fuerza laboral, maximicemos la cantidad y calidad de empleos disponibles, lo cual se puede hacer tomando medidas relativas a aumentar el crecimiento y mejorar la legislación laboral, incluido lo relativo a tratados comerciales

Sin embargo, también hay desafíos a largo plazo, relacionados a adecuar las competencias que deben tener las actuales, pero, sobre todo, las futuras generaciones para participar de la mejor forma en un mundo que cambia cada vez más rápido. Ninguna de estas discusiones puede superar a la otra y sin duda que requieren de múltiples esfuerzos y disciplinas para llevarlas a buen puerto. Pero ojalá no esperemos a que esto nos golpee en la cara para darnos cuenta de lo importante que es, y así, el día de mañana, más personas y familias puedan tener preocupaciones tan satisfactorias como querer volver al lugar de vacaciones donde fueron felices.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa